JESÚS MULLOR POR CATHERINE COLEMAN
El bagaje teórico y la polémica artística no le interesan a Jesús Mullor; no es un artista ensimismado ni está sujeto al angst subjetivo. Prueba de ello es su total descuido con la cronología de su obra, dificulatando al historiador conocer el antes y el después, y la omisión de títulos orientativos. Basándonos exclusivamente en la obra misma, se deduce que Jesús Mullor tiene un concepto de artista, no como artista genio ni como personalidad pública. Tampoco permanece necesariamente en el anonimato.
Jesús Mullor ha intuido el discurso actual sobre la clasificación y sistematización de la historia del arte. Ha advertido la caducidad de las clasificaciones estrictas heredadas del siglo XX en los museos de arte contemporáneo. Con el adviento de nuevas maneras de interpretar la obra de arte desde la semiótica y el estudio de género, hasta las posturas postestructurales y deconstructivistas, se acerca a la revisión de la forma en que interpretamos el arte.
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Jesús Mullor, dentro de esta óptica, ejemplariza la polémica actual. Es pintor a la vez abstracto y figurativo; el registro superior es figurativo y el inferior abstracto. Él no está involucrado en reivindicar la figuración como forma válida de expresión, tampoco distingue entre categorías y concede igual importancia al grabado y la pintura. No estoy segura que Jesús Mullor acepte el proceso implacable del cambio, parece querer renegar de ello, en búsqueda de la (supuesta) estabilidad en un pasado más sencillo, donde el hombre vivía de su producción manual... ...Es de esperar que el trabajo expresivo artístico jamás sea anacrónico.
Jesús Mullor presta una especial atención a la superficie. Siempre está interesado en las texturas. En sus obras notamos un cambio en el empleo de la pintura: existen áreas más amplias de color puro. Cada color ocupa su lugar y está menos mezclado y todo contribuye a matizar el sonido del silencio. Citamos al artista mismo: Con esta serie de Mapas trato de contar lugares, sentimientos y episodios que voy viviendo y encuentro en ellos una vía de descarga de emociones directa. Lleva el esquematismohasta el extremo de las figuras neolíticas de las cuevas valencianas. Un cuadro aislado se sostiene por sí solo por las excelentes cualidades pictóricas. El conjunto de ellos, no obstante, proporciona una lectura más profunda a toda la obra. Existe una insistencia contínua, latente y subyacente, en resaltar lo universal de lo cotidiano. Acierta en toda su obra a captar la corriente de energía de la vida.
Catherine Coleman
Conservadora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía